viernes, 31 de enero de 2014

EL DISCO DE LA SEMANA

THE MILLENNIUM: Begin (Columbia, 1968; reedición en CD con bonus tracks por Sundazed, 2008)
Lo que aparece hoy por Making Time es un clásico indiscutible, una asociación de talentos en un momento mágico, el momento preciso, armados de maravillosas canciones, celestiales voces y una ambición musical compartida con muchos de sus compañeros de generación, dispuestos a aprovechar al máximo las posibilidades de un estudio de grabación y respaldados por una discográfica que se fiaba de su talento (¡qué tiempos aquellos!) lo suficiente para afrontar lo que fue hasta ese momento el disco más caro de la historia de Columbia (aunque enfundado en una carpeta casi minimalista) y que, por supuesto, fue un inmediato fracaso comercial. Normalmente calificado como uno de los clásicos del sunshine pop, es mucho más que eso, es puro pop, indiscutible y bello.
Prelude abre el disco de la mejor de las maneras con un clavicordio y una potentísima batería a los que se suman una miriada de instrumentos a modo de presentación del sonido que vamos a poder disfrutar en la obra, luminoso barroquismo pop en la más sublime de sus expresiones, e introduce la melodía del siguiente tema, To Claudia On Thursday, una maravillosa tonada construída a base de instrumentos acústicos (salvo el bajo) y aires tropicales (casi parece una pieza extraída de un LP tropicalista), y revela a primeras de cambio los celestiales coros del colectivo The Millennium.
I Just Wanto To Be Your Friend es otra suave pieza de sunshine pop, con un cierto aire latino de nuevo en su comienzo y su estribillo, de cadencia casi lounge pero que poco a poco se transforma en algo más agresivo y potente en el puente pudiendo oír en el fondo un guitarreo que aporta fuerza eléctrica al tema. Un tema rico en texturas y primera composición presente del genial Curt Boettcher, que da paso al tema de Sandy Salisbury 5 A.M., otra placentera pieza, de estructura más simple y tradicional que la anterior pero con más presencia de los coros. I'm With You de Lee Mallory se eleva celestialmente gracias a sus coros en la mejor tradición del género, con paralelismos con producciones de entre otros Fifth Dimension o los Cowsills, bajo los que se desarrolla una instrumentación exhuberante (flautas, guitarras acústicas, claves...), mientras que The Island es de nuevo muestra del desbordante talento de Boettcher, algo más oscura que sus predecesoras, minimalista en su base rítmica al estilo de los Beach Boys, rica en heterogéneos sonidos y capaz de crear todo un ambiente que nos transporta el tema tratado en la letra en poco más de tres minutos (seguro que los Beachwood Sparks tomaron buena nota de este tema para su estilo) y Sing To Me cierra la cara A de forma vitalista con pop luminoso y saltarín adornado con potentes metales y coros de pop californiano a lo Monkees.
Mientras que en dicha cara A podíamos encontrar la parte más sunshine pop de The Millennium, en la cara B que se abre con It's You el grupo parece habe optado por mostrar una colección de canciones más potente, oscura a veces y sobre todo psicodélica. La propia It's You es proto-powerpop de altura que pdría perfectamente haber sido grabado y publicado ayer. A partir del minuto 1:55 entran unos coros y el tema adquiere una potencia inusitada. Algo celestial, vamos... un estado de espíritu que continúa con Some Sunny Day, de aire country rock gracias a la slide, el banjo y los insistentes coros de lalalalala pero que en el fondo es nada más y nada menos que pop pluscuamperfecto.
It Won't Always Be The Same, de Mike Fennelly y Joey Stec aportan otra pegadiza joya (suya es To Claudia...) de cimbreante línea de bajo al álbum, a la que sigue The Know It All, experimento de Boettcher de percusión machacona, ritmo imparable y adornos de trompeta, con una cierta similitud a otro legendario proyecto de Boettcher, The Sagittarius. En todo caso es una pieza decididamente psicodélica que enlaza con Karmic Dream Sequence #1, la verdadera pieza viajera, ácida y experimental del disco, inquietante, profunda e hipnótica, todo un dispendio de trabajo en estudio que justifica esa inversión en el proyecto, y que finaliza mágicamente con una melodía que se nos insinuaba en Prelude.
Pero para magia la de There Is Nothing More To Say, magnífica composición de pop relajado, de background psicodélico (¡esos coros!) y barroco con un bello clavicordia aportando su delicadeza a la producción, y que antecede a la última canción del disco, Anthem (Begin), un compendio de extraños sonidos y melodías ensamblados al gusto psicodélico y en la que aparecen unos coros que cantan Columbia, Columbia y CBS, impagable homenaje a la discográfica que editó el LP.
Culminan esta edición en CD las versiones mono de las dos caras de un raro single promocional compuesto por la estupenda y optimista Just About The Same, que según Mike Fennelly surgió tras escuchar It's You al revés, y Blight, también de Fennelly, menos elaborada que el resto de las canciones del disco en lo instrumental, que no en los coros, y más en una onda singer-songwriter (curiosamente, el artwork de esta edición en CD confunde los títulos de estas dos canciones). Fennelly es, al igual que sus compañeros de The Millennium, un tipo al que hay que seguirle la pista ya que luego lideró a los Crabby Appleton, cuyo LP es una de las piezas fundacionales del powerpop!
David

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