viernes, 3 de septiembre de 2010

EL DISCO DEL VERANO

JACQUES DUTRONC: Et Moi, Et Moi, Et Moi. 1966-1969 (RPM Records, 2009)
Ha sido un verano bastante satisfactorio en cuanto a los discos que han caido en mis manos, pero indiscutiblemente uno se sitúa por encima de todos en cuanto al hallazgo más recomendable de estos últimos meses.
Reconozco que no soy en absoluto un experto en el pop facturado en la Europa continental durante los años 60 y 70, y aún menos en el proveniente de tierras aún más lejanas de Gran Bretaña y de los Estados Unidos de América, ámbitos de los que se nutre principalmente mi colección de discos. Por tanto, mi conocimiento del pop francés se limita a algunos grandes discos como los de Michel Polnareff o Antoine Et Les Problemes, recopilatorios fascinantes como el de Gentlemen de Paris y, por supuesto, sus chanteuses.
Jacques Dutronc fue otro de esos primeros músicos pop y ye-yé que conocí provenientes del país galó, así que cuando me enteré de la existencia de este cd no dudé en adquirirlo. Un lanzamiento que forma parte de un interesantísimo subsello de RPM dedicado a recuperar discos de todo el mundo y sobre todo de la Europa sixties, se trata ésta de la primera compilación para el mercado anglosajón de los singles editados durante los años sesenta por Dutronc, los primeros discos como solista y como aspirante a un estrellato que consiguió de inmediato, al menos en su país natal.
Un sonido cuidadísimo para este recopilatorio, un estupendo libreto (que reproduce multitud de portadas de singles) y sobre todo 22 gemas de ritmo insistente, letras sarcásticas, guiños psicodélicos y trallazos para la pista de baile, en los que Dutronc revela sus inmensas dotes como músico acompañado de los letristas Jacques Lanzmann y Anne Segalen. Un trío imbatible.
Como el autor del libreto Kieron Tyler señala, nos encontramos con una irresistible mezcla de un ritmo propio de los Troggs con letras e inflexión vocal influenciadas por Dylan, sobre todo en los clásicos Et Moi, Et Moi, Et Moi y su continuación natural, Mini-Mini-Mini. Pero hay más, mucho más, como los aires folk rock de J'ai Mis un Tigre Dans Ma Guitare, el garage propulsado por guitarra fuzz de Les Gens Sont Fous, Les Temps Sont Flous (un cuarteto inicial de canciones para una pista de baile de ensueño), el guiño a la canción francesa en Les Play Boys, más garage con Sur Une Nappe De Restaurant, piezas de rock con toques de blue-eyed soul en On Nous Cache Tout, On Nous Dit Rien y J'ai Tout Lu, Tout Vu, Tout Bu, pop saltarín en Les Cactus y la divertida Les Petites Annonces, descarado folk rock dylaniano en L'opération, bello pop en una de las mejores canciones facturadas en la década de los 60 en Francia, L'espace D'une Fille, el contraste de momentos acústicos donde reina la calma con intensos fragmentos sonoros en la cambiante melodía de L'idole, una aparente serie de proclamas que con Dutronc uno nunca sabe si tomarse demasiado en serio en Les Rois de Réforme, la sátira hippy adornada con impecable disfraz psicodélico en Hippie Hippie Hourah, el proto-hard rock (¡vaya guitarra y vaya base rítmica!) de L'augmentation, ralentizado pero de similar feel en La Métaphore y en Les Métamorphoses (ésta con aires de rock norteamericano), L'opportuniste o la crónica de un oportunista con música propia de los años de eclosión de la psicodelia en el pop europeo y cierta aura progresiva en Proverbes, con momentos de gran parecido a mis amados Procol Harum debido a la presencia de órgano y piano. Sublime.
Para terminar, dos joyas para la pista de baile, dos piezas de freakbeat-hard rock primerizo muy propio de finales de la década, Je Suis Content y la más pop Le Responsable, propulsadas por sendas guitarras a mil por hora.
Un recopilatorio impecable y, desde ya, un clásico.
David

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